Hasta que no han pasado exactamente treinta y un días no he tenido la fuerza ni el valor de dedicarte las letras que te mereces, aunque tu siempre te has merecido mucho más que unas simples frases estampadas en una página on-line que a saber si hubieses sabido lo que significan..
Te hecho de menos. Te fuiste sin despedirte, sin apenas decir adiós, porque realmente no te has ido del todo. Mi corazón me comenta que sigues muy presente y que has firmado un contrato fijo de estancia en él, así que me quedo mucho mas tranquilo.
Me he tomado la libertad de decorar este texto con una de las cosas que más me recuerdan a ti, y sobre todo, lo que más veces has tenido en tus manos, a parte del cariño incondicional que le has tenido, y se que aún le tienes. Tu coche, tu 'burraquillo' como le llamabas. Representa lo que no puedes imaginar; la de historias que tiene ese Renault 4 blanco encerradas entre las cinco puertas que brutalmente siempre cerrábamos.
Nos llevaba de paseo al campo, al taller, a por las flores del día de todos los santos... ese coche siempre dije que debería de ser pieza de museo, debería de estar expuesto a la entrada del pueblo, para que todos viesen lo limpio, pulcro e impecable que siempre estaba, y lo bien que lo cuidabas día tras día.
Él ya duerme para siempre, como tu. Sigo pensando que os habéis fugado los dos, seguramente que a Francia, tu segunda casa, tu tierra favorita después de la española, y tu añorado viaje.. precisamente creo que has ido a eso, a verla, y a buen seguro te has llevado tu coche para que también conozco lo ancha y larga que es la France.
Me siento orgulloso. Camino con la cabeza bien alta por estar hecho de pedacitos de ti; me he tomado la libertad de adaptar las letras de la canción 'Pedacitos de ti', de Antonio Orozco, para explicarle al mundo que tengo el privilegio de contar con el clásico y mítico humor negro del que siempre te has caracterizado.
Hasta el último minuto de tu vida, lo has usado. Eras tu 100%. No hay persona en el mundo que pueda suplantarte; eras increíble. La claridad en persona. Siempre tenías tu opinión para todo, siempre tenías que destacar aquello que no te gustaba, soltar la típica pullita que sabías a ciencia cierta que nos picaba, y sobre todo, siempre terminabas con tu frase típica.
Cada pensamiento que hablo, cada gracia que me sale, cada estornudo que doy; me recuerda a ti. He mamado tu forma de ser, me he criado con tu personalidad, y he crecido con tus cambios de humor. Me siento plenamente agradecido por haberme tenido el cariño que me tenías, por haberte molestado en abrazarme o besarme cuando te apetecía, y sobre todo, por haber formado parte de mi vida. Sin ti, estoy seguro que las cosas hubiesen sido de una forma muy distinta.
Todavía no he tenido el valor, y creo que así seguirá siendo por un largo tiempo, en visitar el palacio familiar que nos unía a todos; el famoso campo que tanto querías y que tuviste que deshacerte de él con todo el dolor del mundo. No he tenido la fuerza de asomarme ni a 7 metros de distancia. Me niego a toparme con la realidad y que me diga de paso que tu no estás aquí, me niego.
Prefiero recordarlo como cuando lo vi por última vez. Como cuando estaba buceando en esa famosa piscina que pintábamos entre todos, y de fondo se escuchaba el ronroneo de tu 'burraquillo' acercándose a altas horas del medio día. A que cuando vinieses, con tu camisa abierta y tu cordel en el pantalón, soltases tu típica frase para que te respondiésemos y nos picáramos. Prefiero dejarlo todo así en mi mente. Me niego a ver lo que otros han modificado..
Sigo pensando que todo esto no es real, aunque empiezo a darme cuenta de que tu viaje a Francia es muy largo ya; ha pasado un mes desde que te fuiste y aún no se nada de ti. Espero al menos que estés donde estés sea todo como esperabas que fuese. Espero que te traten como lo que te mereces y que te cuiden tanto o más como nosotros lo hemos hecho, o mejor dicho, tanto como solo tu sabías hacer con toda la familia.
Es evidente que hay momentos en los que haces mucha falta; el tiempo comenta que hay que acostumbrarse, que esto es así, pero discrepo un poco. Quiero hablarte, quiero preguntarte, quiero que me grites cuando algo no te parece bien, quiero que cortes el pan con tu emblemática navaja, y sobre todo quiero, que no te vayas...
Pero te fuiste. Te has ido bromeando. Has dejado una huella imborrable que te devolveré cuando me toque a mi subir..
¡Te quiero tito!
Jamás te olvidaré...
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