martes, 8 de febrero de 2011

ENTREVISTA CON LOS SENTIMIENTOS

LAS LAGUNAS DE MI ALMA (Segunda parte)
Quiero pensar que se deba a mi deformación profesional esta improvisada entrevista que acabo de concederle a mis sentimientos, pero últimamente estaban experimentando cambios que ni los propios latidos del corazón llegaban a dominar, en ocasiones.
Van enfundados en ropajes estrechos, oprimidos, poco elásticos.. de sensación exterior de inmovilidad. Perfumados de suaves aromas frescos, varoniles, alegres. Repeinados. Y calzados con ideas que asientan llanamente en tierra firme.
Así me encuentro a los sentimientos, con cara algo pálida, pero sonriente. En sus pupilas hubo tormenta hace poco, tan solo se observa el empañado disfraz que a veces utiliza, como es el caso presente.
Repites modelo, me atrevo a opinarle. Con voz algo melancólica responde que si. Aún tiene sus ahorros en reservas para enfundarse nuevas prendas con un colorido más atrevido, más vivaz, más intenso, pero que de momento la actualidad no le convence, no le ofrecen buen género ni piensa que le merezca la pena desabrocharse su abrigo protector ante tal chaparrón de indecisiones.
Su corazón me roba protagonismo en la entrevista, no me deja cuestionarle, y se me adelanta. Se encuentra entusiasmado, nervioso, novedoso pero algo fatigado.
¡Creo que he arreglado mi despertador!, tengo ganas de volver a madrugar. De volver a despertarme con la única idea de mirar a la nada y ver un universo, pero no un universo cualquiera, sino mi universo, el espacio que con el que yo sueño habitar próximamente.
¿Das a entender que palpita de nuevo por otro latir?, le cuestioné morbosamente. Su gesto le delató, claramente. No hizo falta respuesta, aunque me pidió sus minutos de gloria para matizarlo. ¡Ni confirmo, ni desmiento!, insinuó perspicaz. Mis latidos acaban de iniciar su camino, ya han salido del armario donde colgaban durante un tiempo, y ahora es momento de conjuntarlos.
¿Piensas que pegaran, corazón?. Directamente no pienso en pegas. La moda no entiende de gustos personales. Los latidos son como piezas sueltas de un puzzle, tan solo tienen que encajar, del color que sean las piezas, es otro cantar.
Me interrumpen los sentimientos para comunicarme que tienen sed; necesitan beber un trago de cariño fresco, y que esta vez no se van a conformar con un vaso, sino que van a por el manantial completo. A menos que puedan beber ese añoro que piden, la tristeza les amenaza de nuevo, informándoles que si no luchan esta vez, serán las lágrimas las únicas gotas que ingieran. 
Los sentimientos insisten, tienen sed; reclaman cariño.
¡Soy donante de cariño! tararea el corazón. Pero para donar antes hay que ingerirlo, aunque tengo de momento reservas para un período largo.
¿Qué novedad nace esta vez?, reclamo al corazón. La más importante, la novedad clave; no mando mis latidos al vacío, ni a un universo desconocido. Esta vez se trata de un espacio bastante amigable, usual, cercano... y con eco de sus latidos hacia mi terreno.
Si los sentimientos tuviésemos ojos, se podría decir que los latidos de en frente me están mirando. Me observan. Puede interpretarse como si de un cruce de palabras se tratase, como si dichos latidos nos estén abriendo la ventana para pasar. Añaden.
¿Porqué no pasan?, escarbo entre el corazón. Claramente el miedo no les deja abrir los barrotes de la ventana, de hecho se asoman sutilmente a modo de cortejo, pero sin seguridad. Los latidos de esa ventana están presos entre los barrotes del espanto. No quieren volver a quedarse pillados entre los duros hierros de su ventanal, para después regresar a casa por la puerta de atrás. La desconfianza les sirve de cortina.
¿Y teneís algún cometido para romperle el miedo?, curioseo entre los sentimientos. ¡Claro que sí!. Responden entusiasmados. La primera acción es quitarles la venda de que su cortina no está manchada de desconfianza, sino que está recién tendida, es fielmente honesta esta vez.
La segunda, es pedirles que se atrevan a asomarse, aunque sea, tras los barrotes. Para romper los cristales del pasado que les refugian en su casa. Y como tercera y última tarea, sería abrirles los barrotes anclados en miedo y poder coger a los latidos en volandas y conjuntarlos con los mios.
¿Pero eso sería el triunfo no?.
Sería el comienzo del triunfo, apostilló el corazón. El inicio de algo nuevo, de algo que los dos latidos tienen ganas de construir, con buenos cimientos.
Agradeciendo la amplia generosidad que la compasión del alma ha tenido en esta entrevista, me despido hasta no muy tarde..
¿Será para dar la exclusiva del cortejo?..

pd: los latidos, nunca mienten.
 

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